Galicia está viviendo un ciclo electoral intenso en los que se está consolidando una arena política claramente identificable por la pugna de dos grandes partidos y dos visiones para Galicia y para Europa. El PPdeG por un lado, primera fuerza, ya se alejó del centro en la campaña de las gallegas en febrero, atacando a su principal rival, el BNG sacando del manual de populismo los espantajos de ETA y Bildu. Los nacionalistas por su parte, han intentado con éxito acercarse precisamente a ese centro y convencer a los gallegos con un discurso centrado en lo social y los intereses de la mayoría de los gallegos. De las elecciones de febrero a esta nueva convocatoria para las Europeas, poco ha cambiado.
El Partido Popular de Galicia, tradicionalmente un partido de centroderecha, ha mostrado en los últimos años un giro hacia posiciones más populistas, influenciado por la irrupción de partidos de extrema derecha como Vox. Este cambio ha sido objeto de debate en Galicia, donde el electorado del PPdeG es más moderado y con una fuerte identidad gallega.
En diversas declaraciones recogidas por El Mundo, líderes del PP han expresado su intención de fortalecer alianzas con partidos europeos de tendencia similar, buscando una mayor dureza en temas como la inmigración y la centralización de políticas en la UE. Esta estrategia busca captar a un electorado descontento con las políticas tradicionales, pero también ha generado preocupación entre aquellos que ven en esta alianza una amenaza a los valores democráticos y sociales de Europa. Y si este discurso puede calar dentro del perímetro de la M30, en Galicia esto es otro cantar. Esta estrategia bien podría haberle costado las elecciones de febrero a los conservadores.
Por otro lado, el BNG se presenta como una fuerza política comprometida con la justicia social, la igualdad y la defensa de los intereses gallegos en el marco europeo. Ana Miranda, candidata del BNG al Parlamento Europeo, ha subrayado en varias entrevistas su visión de una Europa más social y solidaria, donde se prioricen las políticas de bienestar y se combata la desigualdad.
Si en 2014 el parlamento gallego reconocía unánimemente la necesidad de reconocer el Estado Palestino, hoy los de Feijóo se muestran contrarios a esta decisión. De nuevo, discursos que pueden calar en la España profunda y su capital, pero que en Galicia pueden ser recibidos con frialdad.
El BNG ha hecho de la defensa del sector pesquero gallego uno de los pilares de su campaña, un tema de vital importancia para la economía y la identidad de muchas comunidades en Galicia. En recientes debates, Miranda ha criticado las políticas del PP y su falta de compromiso con los problemas reales de los gallegos, proponiendo en su lugar una serie de medidas para asegurar un desarrollo sostenible y justo para la región.
Si en 2014, un parlamento dominado por el PPdeG reconocía unánimemente la necesidad de reconocer el Estado Palestino, hoy los de Feijóo se muestran contrarios a esta decisión, cuanto menos por el momento elegido para hacerlo. De nuevo, discursos que pueden calar en la España profunda y su capital, pero que en Galicia pueden ser recibidos con frialdad.
Por otro lado, el BNG aboga por una mayor descentralización en la toma de decisiones dentro de la UE, proponiendo que las regiones tengan más voz y poder en la configuración de las políticas europeas. En una entrevista con Europa Press, Miranda destacó la importancia de que «las decisiones que afectan a Galicia se tomen con la participación activa de los gallegos, no desde despachos lejanos que desconocen nuestra realidad».
En un contexto donde las tensiones políticas y las diferencias ideológicas están más presentes que nunca, los votantes gallegos se enfrentan a una elección crucial. El PP y su acercamiento a la extrema derecha representan una visión de Europa centrada en la seguridad y la centralización, mientras que el BNG contrapone a ello la solidaridad, la justicia social y la defensa de los intereses regionales.