Año y medio después de haber tomado las riendas del Ayuntamiento de Santiago, Goretti Sanmartín ha consolidado una línea de trabajo que combina ambición transformadora con gestión realista. Sin estridencias ni gestos grandilocuentes, el gobierno municipal ha impulsado una reforma profunda del funcionamiento interno del Concello, al tiempo que activaba políticas públicas centradas en la sostenibilidad, la equidad social y la recuperación del orgullo de capital. Esta estrategia —gradual pero firme— choca con la falta de implicación de otras administraciones, especialmente de la Xunta de Galicia, en aspectos clave como la financiación de la capital o el acceso a la vivienda.
La alcaldesa de Santiago de Compostela, Goretti Sanmartín, está asumiendo un perfil político cada vez más reconocible y de liderazgo a partir de la defensa constante de la capital gallega frente a lo que considera un trato discriminatorio por parte de la Xunta de Galicia. Lejos de limitarse a un papel institucional protocolario, Sanmartín lleva meses articulando una estrategia clara para posicionar Compostela como ciudad que merece un tratamiento acorde a su peso demográfico, cultural, turístico y político. Su acción abarca desde la política de vivienda y la financiación hasta la acceleración de una transformación urbana que pretende acabar con años de atrasos: desde la definitiva aprobación del plan para la parcela del Peleteiro hasta el estudio de la transformación de Virxe da Cerca, un vial complejo y anclado en el pasado. A su vez, lleva a cabo una intensa agenda negociadora con Alfonso Rueda para reclamar la financiación que la capitalidad exige, pasando por debates estructurales como la tasa turística o el infrafinanciamiento del Concello.
Uno de los ejes centrales de la confrontación institucional entre el gobierno local y la administración autonómica es la cuestión de la vivienda. Santiago lleva tiempo sufriendo una presión inmobiliaria evidente, con dificultades crecientes para el acceso al alquiler, especialmente entre la población joven y los colectivos más vulnerables. La presencia masiva de Viviendas de Uso Turístico (VUT), que en muchas zonas superan el número de viviendas disponibles para residencia habitual, ha agravado esta situación. La alcaldesa ha manifestado en múltiples ocasiones su voluntad de declarar Santiago como zona de mercado residencial tensionado y ha conseguido aprobar en tiempo y forma la ordenaza que regula las VUT, lo que permite ya disponibilizar más viviendas para residentes y aliviar el mercado del alquiler.
As conversas coa Xunta comezaron desde o inicio do mandato e van en bo camiño segundo os dous interlocutores que non por iso evitan as pertinentes críticas.
A pesar de la falta de respaldo autonómico, el Ayuntamiento está preparando los informes técnicos necesarios para acreditar la existencia de tensiones en el mercado de alquiler, con el objetivo de presionar a la Xunta y demostrar que la negativa a actuar no responde a razones jurídicas ni económicas, sino a una estrategia de obstrucción política. Esta línea de actuación enlaza también con la regulación de las VUT, donde el Ayuntamiento está impulsando ordenanzas más exigentes, mientras critica la pasividad del gobierno gallego para establecer un marco normativo autonómico que limite la proliferación de estas viviendas en las zonas más saturadas.
Otro de los frentes abiertos entre Raxoi y San Caetano es el de la tasa turística. Santiago lleva años debatiendo sobre la posibilidad de implantar un impuesto que grave las pernoctaciones, como hacen muchas ciudades europeas, con el fin de que las personas visitantes contribuyan al mantenimiento de los servicios públicos que usan. La llegada de Goretti Sanmartín a la alcaldía supuso una clara voluntad política de aplicar esta medida, que además cuenta con el respaldo de la mayoría del pleno.
Sanmartín reclamó una «agenda de país» que reconozca el papel de Santiago como capital y como nodo central del sistema urbano gallego, y advirtió que «el tiempo de las buenas palabras ya terminó: es necesario que la Xunta se implique de verdad con Compostela».
Santiago acoge cada año más de 1,2 millones de visitantes y soporta una carga sobre los servicios públicos que no se corresponde con los ingresos fiscales asociados. La tasa permitiría mejorar la limpieza, el mantenimiento del espacio público, el control de las VUT e incluso la promoción de un modelo turístico más ordenado. Desde el gobierno municipal también se subraya el agravio comparativo respecto a otras ciudades como Barcelona, París o Lisboa, donde este tipo de medidas están plenamente normalizadas.
O goberno bipartito (á esquerda María Rozas de CA e Goretti San Martín no centro) mantén boas relacións co Grupo Municipal Socialista (Gonzalo Muíños, portavoz do GMS, á dereita na foto).
Al mismo tiempo que promueve políticas activas de vivienda y turismo, Sanmartín viene denunciando la falta de compromiso de la Xunta con la financiación de Compostela. En declaraciones recientes, acusó directamente a Alfonso Rueda de practicar un «desprecio institucional» hacia la capital del país, tanto en el ámbito simbólico como en el presupuestario. La alcaldesa recordó que Santiago no recibe ningún tipo de compensación económica por su papel como capital de Galicia, a pesar de asumir funciones administrativas, políticas y culturales que incrementan el gasto municipal. Esta situación, según Sanmartín, contrasta con el apoyo financiero que sí reciben otras ciudades como Ferrol, a la que la Xunta destinó recientemente más de 4 millones de euros en concepto de capitalidad departamental.
Sanmartín demuestra que se puede reivindicar el papel de la ciudad, sus derechos, denunciar sus agravios y conseguir lo que es justo sin caer en populismos desvergonzados, demagogia estéril o competición localista. Esto sitúa a Santiago como una capital orgullosa, que se defiende y que además tiene en cuenta su papel clave en Galicia.
La denuncia del «trato desigual» hacia Santiago no se limita a los fondos finalistas. El gobierno local critica también que la Xunta haya excluido a la ciudad de programas estratégicos como el Plan Rexurbe, destinado a la rehabilitación de viviendas en cascos históricos, o que no se hayan establecido mecanismos estables de cooperación para la gestión del Xacobeo, de la Ciudad de la Cultura o de la atención a la población flotante que acude diariamente a Compostela por motivos laborales, administrativos o turísticos. En una reciente intervención pública, Sanmartín reclamó una «agenda de país» que reconozca el papel de Santiago como capital y como nodo central del sistema urbano gallego, y advirtió que «el tiempo de las buenas palabras ya terminó: es necesario que la Xunta se implique de verdad con Compostela».
A alcaldesa procura tecer pontes con todas as institucións relevantes da cidade. Desde a USC até o Arzobispado
En el plano municipal, el ejecutivo que lidera Goretti Sanmartín ha conseguido aprobar los presupuestos para 2025, que ascienden a más de 134 millones de euros y priorizan inversiones en vivienda pública, movilidad sostenible, servicios sociales y políticas culturales. Se trata de unos presupuestos que, según el gobierno local, combinan responsabilidad fiscal con ambición transformadora, y que dan continuidad a un proyecto político claramente diferenciado del modelo de gestión del Partido Popular. La oposición municipal valoró positivamente ciertos aspectos de las cuentas, pero criticó la falta de apoyo de la Xunta como un lastre para muchas de las políticas previstas. El pleno municipal aprobó también una declaración institucional instando a la Xunta a incluir partidas específicas en los presupuestos autonómicos para compensar el rol capitalino de la ciudad, sin que por el momento se haya obtenido respuesta positiva.
La suma de todos estos elementos está consolidando a Goretti Sanmartín como una de las alcaldesas más activas, particularmente para defender de los intereses de Santiago. Lejos de adoptar una actitud de subordinación o de discreción institucional, Sanmartín está ejerciendo la alcaldía como una plataforma para interpelar directamente a la Xunta y visibilizar lo que considera injusticias estructurales en el trato a la capital gallega. Un estilo que, al tiempo que le genera confrontaciones políticas, está también reforzando su legitimidad como representante de una ciudad que busca tener más voz y más capacidad de decisión en el conjunto del país.
Goretti, con su forma de liderar Santiago, demuestra que se puede reivindicar el papel de la ciudad, sus derechos, denunciar sus agravios y conseguir lo que es justo sin caer en populismos desvergonzados, demagogia estéril o competición localista. El estilo de Goretti sitúa a Santiago como una capital orgullosa, que se defiende y que además tiene en cuenta su papel clave en Galicia y su tejido urbano rico y diverso.