Las encuestas internas muestran una horquilla de entre 36 y 39 diputados, lo que implicaría un retroceso respecto a los 42 escaños obtenidos en 2020.
En el panorama político gallego, los días previos a las elecciones del 18-F están marcados por la incertidumbre y el nerviosismo en las filas del Partido Popular. Las últimas encuestas pronostican la posibilidad real de que los conservadores pierdan la Xunta de Galicia, de la que fué presidente Feijóo durante 14 años. Imágenes como la reciente convergencia de los tres principales candidatos a la Presidencia de la Xunta en Lugo – un territorio estratégico y simbólico – ha puesto de manifiesto la intensidad de la contienda electoral y la búsqueda de votos y escaños en las cuatro provincias gallegas, donde las mayorías penden de un hilo.
Existe un clima de inquietud en Génova, donde se reconoce que la campaña es crítica y que «cada día se pierden votos».
La última encuesta del CIS sugiere un resultado arriesgado para la mayoría absoluta del PP, lo que intensifica la presión sobre el partido. En este contexto, el PP afronta un reto sin precedentes. Las encuestas internas muestran una horquilla de entre 36 y 39 diputados, lo que implicaría un retroceso respecto a los 42 escaños obtenidos en 2020. Esta posible disminución en el apoyo popular ha generado un clima de inquietud en Génova, donde se reconoce que la campaña es crítica y que «cada día se pierden votos»
El equipo de Feijóo, consciente de la importancia de estas elecciones, ha enfocado su estrategia en la ley de amnistía y el rechazo a las políticas del Gobierno central. Sin embargo, esta táctica no parece estar generando la movilización esperada entre el electorado.
En el PP, el temor a que la situación en Galicia se asemeje a la vivida en Castilla y León es palpable. La mayoría absoluta se vislumbra cada vez más incierta, y un resultado adverso podría tener implicaciones significativas para el liderazgo de Feijóo a nivel nacional. Una victoria clara reforzaría su posición, pero la pérdida de la Xunta podría desencadenar una crisis interna en el partido.
Con la campaña electoral a punto de comenzar, el PP se enfrenta a un momento decisivo. El desafío no es solo mantener el poder en una de sus comunidades históricas, sino también demostrar la fortaleza y cohesión del partido en un contexto de creciente polarización política.